11.57 Nueva Atzacoalco, "quarentine"

Monte Sierra

Alguien escribió que una está donde más se le extraña. Sufrir tu ausencia es como sentir que alguien me ha cortado las piernas, es un vacío físico que se duele en el estómago y sube al pecho, me pone de nervios, no me deja dormir.

Veo tus fotos en Facebook, aunque sé que no debería hacerlo, leo los comentarios, tal vez haya alguien, o hubo algún otro, pero no. Te siento igual de sólo que yo, sé que estás allá fuera extrañándome tal vez la mitad de cómo yo lo hago, quizá un poco menos. 

Me gusta engañarme, a menudo me cuento historias y acabo creyéndolas, quisiera ser algún otro, poder iniciar de nuevo en algún otro lugar, pero siempre surge algo que me ata de manos y pies, que no me deja seguir. Escribir esto ayuda, ya no escribo para que me lean, pues veo que no tengo mucho público en este blog, a veces 2 o 3 visitas al mes, he sido derrotado, y empiezo a resignarme, a madurar de la forma que criticaba en el funeral de la tía Lucha, una de las personas más solitarias que ha habitado esta tierra, murió sola, loca, sentada en un banco, junto a la estufa, de un suspiro dejó este mundo, nunca tuvo hijos, tal vez sólo su hermano la quiso, en el fondo todos pensamos que estaban enamorados y por eso nunca se casaron, y hubieron de resignarse por su amor imposible. A diferencia de otros funerales, en el de Lucha nadie habló de su vida o de sus logros, tuvo nuestra atención unos momentos y después cada quien pasó a lo suyo, creo que hasta me puse a tomar y platicar con otros asistentes. Vaya despedida.

En aquel tiempo yo afirmaba que madurar era renunciar a tu personalidad, y a lo que quieres, para comenzar a complacer a los demás. Ya no soy un rebelde, tengo miedo, miedo de todo, como todos los adultos, sin lugar a dudas, he madurado. 

Ya no escribo para que me lean, escribo porque me relaja, me sirve para exorcisar mis demonios, no, mis pensamientos. Todos tenemos miedo, todos estamos muertos, al menos un poco, por dentro. Cargamos los cadáveres de nuestras antiguas personalidades, el niño llorón, que se enamora por primera vez, el adolescente rebelde que sólo quería atención y pertenencia y se metió en varios problemas, el listillo en la universidad, el valemadrista en el trabajo, el agachón, el cobarde, el que no quiere crecer. 

¿Para qué crecer si con poco eres feliz? ¿Por qué he de cargar con alguien más, si apenas puedo conmigo? El amor se trata de eso, si decides unirte con otra persona debes compartir, ceder, pelear por alguien más, comprometerte con el futuro, si no estás listo para eso no finjas haberte enamorado. 

No sólo le haces daño a la otra persona, te haces daño a ti, algo muere dentro de los dos, no sólo son los sueños que inocentemente construyeron o que el otro tuvo y tú no compartías, en verdad es algo más que muere, eres tú, una pequeña parte se pierde para no volver más.

Te extraño como nunca, tal vez porque no puedo resignarme a perderte, pero tampoco soy capaz de ir a buscarte, sólo pongo miles de pretextos, tal vez en el fondo lo que quiero es que seas feliz, aunque no sea conmigo, o a pesar mío.

Monte, sierra, cerros y colinas, calles y baches, un par de peligros me alejan de ti, pero puede más tu rechazo y mi cobardía. El alcohol me hacía creer que era valiente, que podía con todo esto, yo me engañaba con el alcohol. 

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