No me dejes colgado
-Café Emir, calle de Independencia, Centro Histórico, Ciudad de México. 1:52 pm, 14 de agosto de 2020, again-
Se ha dicho, con razón, que uno siempre vuelve a los lugares que lo hicieron feliz. Este viernes decidí regresar al viejo café Emir, el lugar donde tuve mis primeros tiempos de relajación, aquellas pausas a escondidas de Martha, mientras tocaba checar expedientes en Juzgados, y cambiar de Familiares a Niños Héroes.
Fácilmente podría contar una decena de aventuras que ocurrieron en esta calle, tal vez un par en este café. Vaya que el tiempo vuela. Vaya que hay recuerdos que duelen.
Mientras estoy aquí, tomando un capuchino mirando hacia la calle y sin saber cuál rumbo tomaré después de esto, tengo algunos recuerdos tristes y otros felices. Tal vez una de las primeras ocasiones en esta calle fue cuando compré mi patineta World Industries, y estaba paseando cuando una chica me abordó y me pidió usar mi teléfono, vaya celular más cutre tenía aquel entonces, ¡era el año 2009!. No recuerdo su nombre, lo que sí sé es que nunca más volví a verla, y tal vez pudimos haber hecho historia juntos, tal vez... pero me abrí porque no tenía más dinero aquella vez. En verdad que en ése entonces vivía al día, sin ahorros, ni nada más.
Uno de los siguientes recuerdos puede ser cuando nos escurriamos borrachos e indecentes por estas calles, yendo de un lugar más cutre a otro. Sólo puedo recordar, por mi bien -ja, como si todavía hubiera alguien a quién tener contenta-, el viejo letrero de Catacumbas, con forma entre cruz y ataúd que colgaba de una pared en la calle de Dolores, antes del Barrio Chino, y de que reformaran aquel corredor.
"... del suburbio que se escapa. Deja atrás el gris cemento, flash neón, luces del Centro. Seducido, cae en la trampa." Fizz de Babasónicos podría ser una canción para resumir mis 20s. Tan habituados a la ciudad, tan necesitados de notoriedad, de sentirnos cosmopolitas... ¡vaya idiotas!, la felicidad está en la montaña y la naturaleza.
En verdad eran auténticas catacumbas, pequeños infiernos con demonios y diablas de grandes garras e "evil eyes", listos para desplumar pipiolos, como lo eramos entonces, como lo soy un poco menos ahora. Algunos de aquellos lugares estaban en sótanos oscuros, a los que se accedía sólo si te reconocían o aprovechabas un descuido para escurrirte cuando aún no había guardia en la puerta. En uno de ellos conocí a un alemán agradable de nombre Timo, nada memorable, sólo recuerdo haber usado el inglés para intentar hacer una amigo de peda.
Aquella noche, Wera insistía al teléfono, como varios años antes y varios años después, hasta el día en que se cansó. Recuerdo que le pasé al alemán y contestó amable, yo solía hacer eso, usar de escudo a las personas para evitar reclamos. El control siempre fue un problema entre nosotros ¿dónde estás? ¿con quién estás? ¿a qué hora te vas a tu casa? Me pregunto si sigue siendo así, aunque, si soy sincero eso ya me importa menos.
No extraño eso, pero sí que a nadie más le importe.
En esta calle he comido en una media docena de lugares a la vista, me emborraché en otra cantidad igual. Reí en otros, sufrí en algunos más. Es entonces que concluyó que Independencia y yo tenemos historia juntos.
Hace poco volví a esta calle, pasé por este lugar, pero no me animé a entrar por el tema del Covid; hoy decidí que ya era tiempo. Aquí empezamos hace mucho tiempo las batallas diarias, es una calle llena de recuerdos. No es tan fea como otras, pero sí es algo caótica.
Pues, héme aquí de nuevo, queriendo volver a empezar donde esta historia inició, retomar mi vida donde la dejé hace 9 años.
Los tiempos cambian, las drogas cambian, la gente cambia... "You can’t sit around all day with your heroin and listening to Ziggy Pop." -No puedes sentarte en el piso todo el día con tu heroína y escuchando a Ziggy Pop-, como decía Diane en Trainspotting.
Es tiempo de elegir la vida.
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