La pasión, la carne...

"Siempre andaba de inspección, observando y reclutando. Observando. Era un apetito que no dejaba de aumentar, que se realimentaba a sí mismo, que se nutría de hambre y jamás podía ser satisfecho. Lustmord. Eran asesinos pasionales. Los placeres pasionales son fugaces; se olvidan casi a la vez que se disfrutan. El recuerdo de lo ocurrido, la intensidad del placer, el dolor del deseo, no pueden almacenarse ni registrarse. Hay que revivirlos para recordarlos. Hay un deseo de repetición porque la intensidad es evanescente, carece de esperanza de vida; existe sólo en los momentos en los que ocurre, en el presente. Te sumerges en un aura de excitación sexual, y todos los demás quedan excluidos. La insistente e insoportable excitación erótica que sería el sello característico de sus años juntos. Excitante para los dos. El reino secreto de los estremecimientos y la ocultación. El impulso que siempre necesita más y más. La pasión es incapaz de conocerse a sí misma; no sabe lo que es ni lo que busca. No descubre, se embebe. El Lustmord, la escandalosa perversión de pulsiones eróticas en las que la satisfacción sexual se alcanza a través de la violencia del asesinato. La borrachera erótica que no puede recordarse ni almacenarse, que sólo puede revivirse a través de su repetición. La sed de intensidad. Todas las cosas finalmente convertidas en sexo."

"Felices como asesinos", Gordon Burn.

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